bitacoralibros

jueves, 3 de marzo de 2011

UN LUGAR EN EL MUNDO

Comer, rezar, amar

No importa cuáles son los caminos que recorra una mujer para encontrarse con la satisfacción que se niega a sí misma. Salir de la incomodidad cómoda que ofrece su contrapartida, la insatisfacción, implica enfrentar una serie de pérdidas, de riesgos, de vacíos.

Pero Liz ha tomado una decisión. No sabe muy bien hacia dónde va, ni por qué, algo la impulsa, ese algo de lo que nunca se puede decir una palabra aunque haya tantas a su alrededor intentando nombrarlo, ese algo que le permita romper el juego que ya no quiere jugar, para encontrar otro.

Al comienzo de la película, en el relato que escuchamos, lo dice muy claro ¿qué nos mueve, nos hace hablar, nos hace buscar, pedir ayuda, huir o quedarnos? Los encuentros y desencuentros del amor, de las relaciones, de los sexos. Una investigación periodística la lleva hasta un gurú en Bali, con la secreta ilusión de obtener una respuesta sobre su matrimonio, que alguien le diga que hacer, o la autorice a hacer lo que realmente quiere. El gurú le indicará un camino: “perderás todo tu dinero”; ella, entonces, hará el resto, no sin antes repetir algo de la historia de siempre, del juego de siempre, con otro partenaire.

Finalmente sola, decide hacer lo soñado y postergado: viajar. Se propone recuperar el apetito, no solo por la comida, también por la vida, por eso su primer destino es Italia. Allí recuperará el gusto, el sabor, la pasión, la fraternidad y empezará a encontrar en ella el espacio, sin saber negado, para el amor de un hombre, siendo ella otra mujer.

Influenciada por su última pareja neoyorkina, su próximo destino será India, en busca de la meditación, la introspección y el abandono de su histeria, logrando lo primero y lo segundo pero no tanto lo tercero. Para eso falta aún Bali, y el encuentro con Felipe que está dispuesto a sostenerla y soportar sus huidas. El problema de Liz es el desequilibrio que le provoca el amor lo que la lleva a no registrar a aquel que quiere amarla.

Y Felipe insiste y ella retrocede: ¿Todo ese periplo por India y Bali, para terminar desequilibrada? Mejor irse, pero su Gurú, casi como un padre a la altura de su función, le abrirá la puerta para ir a jugar ese otro juego que estaba buscando:

“Liz, escucha a Ketut: muchas veces perder el equilibrio por amor es parte de vivir una vida con equilibrio”

Dicho esto ¿Qué hará Liz?

Tal vez encuentre su lugar en el mundo